martes, 5 de noviembre de 2013

Producciones Candilejas: En mi casa mando yo

Beltolt Brecht, uno de los más grandes y contemporáneos dramaturgos que el teatro mundial ha dado, definió una vez el teatro popular o de los más bajos instintos, con el apropiado nombre de teatro concupiscente, en el que el ser humano confunde el buen teatro con el recurso fácil, la falta de buena interpretación y el extremo ridículo sin interpretación expresiva que todo teatro necesita. Eso es justamente lo que vimos en la obra de Producciones Candilejas.

La obra consistía en contar la historia de una hermana que somete a su hermano menor a base de voces y con la creencia de superioridad por haber sido la que se había ocupado de todo, haciendo de él un calzonazos sin voluntad que saca pecho al final de la forma más irracional y absurda posible, tras haberse casado y viéndose cansado de las constantes disputas entre su hermana, una madre para él y su mujer.

Jamás en los muchos años que llevo disfrutando del teatro he sentido ganas de marcharme por una obra de mala calidad, y he visto algunas, pero esta se merece nuestra peor crítica, en la que no había nada en condiciones.

Escenografía anticuada y poco imaginativa, interpretaciones que buscaban risa fácil en lugar de finura sustituída por ordinariez. El teatro debe mover a risa, a tensión, a pena, debe ser un cúmulo de emociones que desemboquen en paz interior, cosa que esta obra no consiguió. La música utilizada recuerda enormemente al teatro de feria y los actores utilizan equipo de sonido y micrófonos para actuar, lo cual es algo que desluce el arte y que nos de la licencia suficiente para decir que lo que vimos en esa obra no es arte teatral.

Horrible, mala, y facilmente comparable con el teatro de las revistas, o de José Luis Moreno, que en el caso de una muestra de teatro no puede incluirse en un ciclo de humor, porque no es humor, es ordinariez que mueve a risa, y no solo alegre sino de lástima.

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